Hoy viernes por la mañana, una delegación de la caravana estaba en la embajada española en Atenas. Han pasado la noche en el tren para poder llegar a la cita concedida en el último momento por el cónsul, en sustitución del embajador, que está de vacaciones. El cónsul ni siquiera los ha recibido en la embajada, sino en la calle, y la caravana no ha podido expresar sus demandas en la reunión que ha durado escasos 10 minutos.
Para denunciar el desprecio que la caravana ha recibido por parte de la embajada, para mostrar la vergüenza que nos da estar en esta Europa y en este estado español, para reivindicar el derecho a la libre circulación y a la vida digna de las personas migrantes, mañana sábado toda la caravana se concentrará ante la embajada. Así que los cinco autobuses de la caravana han partido hacia Atenas.
Algunas compañeras de Euskal Herria hemos decidido pasar un día más en Thessaloniki, y en este momento, a las dos de la mañana, escribimos desde el tren la crónica de este último día en el No Border, aprovechando una discusión a todo volumen entre un hombre y tres chicas que no nos deja dormir.
Las compañeras que nos hemos quedado hoy en Thessaloniki hemos seguido participando en las actividades de la acampada No Border y las que andamos en comunicación hemos echado unas horas en tareas de redacción y edición en el bar que se ha convertido en nuestra segunda casa, nuestro infogune.
Había convocatoria para las 6 de la tarde. Hoy tocaba ir al consulado de Turquía. A algunas de nosotras se nos ha hecho tarde y hemos andado a la caza de la única mani del No Border que no ha salido con una hora de retraso. Esto nos ha permitido ver el despliegue policial, con policía a pie en todas las bocacalles del recorrido, una brigada especial de verde en segunda línea y, por detrás de la marcha, veinte o treinta motos con dos policías en cada una: el de delante conduciendo y el de detrás con la porra preparada.
Hemos conseguido juntarnos a la mani y hemos vuelto a cantar los lemas en italiano, francés inglés y hasta árabe que hemos aprendido estos días, con voces castigadas por las juergas de las últimas noches. Las frases de las compañeras griegas y alemanas, imposibles de aprender.
Así hemos andado hasta que la policía nos ha cortado el paso con dos autobuses. Un poco de tensión, dificultad para decidir si quedarnos o irnos (¡Teníamos que ir a coger el tren en dos horas!), y al final la gente de la mani ha decidido desviarse sin enfrentarse a la policía y sin llegar al consulado, y volver a la acampada tranquilamente.
Hemos sabido que esta mañana se ha ocupado un edificio para las migrantes. Un espacio más fruto de la solidaridad del movimiento griego. Este espacio, como los demás, lo gestionará la asamblea en que migrantes y locales se encuentran como iguales, superando las figuras de la voluntaria y la ayudada. La manifestación de hoy ha planificado el recorrido para pasar por este nuevo espacio liberado y mostrar su apoyo.